Desde sus comienzos hace ya varias décadas, el Sindicato Federal Ferroviario (SFF) se ha desarrollado en las empresas ferroviarias bajo las siglas y en representación de CGT e, inicialmente, de acuerdo con los principios de CGT: movilización, participación, defensa del servicio público ferroviario, independencia de las direcciones de las empresas ferroviarias y sindicalismo de clase, es decir, defensa de todas las personas trabajadoras, por encima de diferencias de categoría profesional y empresa. Con el paso de los años, el SFF se ha convertido en algo completamente distinto y ajeno al proyecto sindical de CGT. 

¿Cómo es posible que una organización que nació identificada con el proyecto sindical y social de CGT se haya convertido en un “sindicato” sostenido por las principales empresas ferroviarias, que defiende sus propios intereses privados al margen de su propia afiliación?

1.      Huelgas-pantomima para salir en los medios

Desde hace una década, el SFF viene convocando en solitario huelgas en ADIF y RENFE. Por las características del servicio público ferroviario, la mera convocatoria de la huelga ya supone un impacto considerable porque las empresas organizan servicios mínimos y suprimen trenes. De esta manera, con un seguimiento cada vez menor, el SFF consigue un notable impacto mediático que no se traduce en mejoras laborales ni sociales. Las huelgas en solitario del SFF apenas han conseguido nada en la última década, pero no pasa nada, porque su objetivo no es ese, sino construir una imagen de sindicato combativo para su uso interno en CGT y ganar influencia dentro del sindicato.

2.      Liberaciones eternas. El sindicato como negocio

Los líderes del SFF (salvo escasas excepciones) han trabajado muy poco y han pasado la mayor parte de su vida laboral como liberados del sindicato. En este reducido grupo es habitual encontrarse con vidas laborales de 4 o 5 años en el puesto de trabajo y, en contraste, 25 o 30 años de liberación, hasta la jubilación. 

Con liberaciones tan largas, estas personas se van alejando de la realidad laboral y de los problemas de los centros de trabajo y se van bunkerizando como un grupo con sus propios intereses, cada vez más dedicados a las relaciones con la alta dirección de la empresa y con las cúpulas del resto de sindicatos. 

Durante las largas liberaciones, estas personas van ascendiendo de categoría en la empresa, aprobando milagrosamente exámenes sobre procedimientos de trabajo complejos que nunca han aplicado y sobre puestos de trabajo que nunca han pisado. 

El desprestigio de estas personas es tal que hasta los propios afiliados de CGT de los centros de trabajo donde están adscritos piden que estos liberados no se presenten a las elecciones sindicales, porque nadie les votaría. A pesar de no ser elegidos como miembros de los comités de empresa, estas personas resultan nuevamente liberadas por el SFF. Esto se debe a que estos liberados son quienes ocupan los puestos orgánicos dentro del propio SFF y deciden quién ocupa las liberaciones que concede la empresa a los sindicatos con representación. 

Cuando la edad ha forzado la jubilación de los liberados fundadores del SFF, estos han tenido la habilidad de hacer un relevo generacional a su imagen y semejanza. Han buscado personas recién incorporadas a la empresa sin formación de las señas de identidad de CGT (horizontalidad en la toma de decisiones, sindicalismo de clase, participación de la afiliación…) y les han integrado en su modelo del sindicato como negocio. 

Y de esta manera nos encontramos con personas más o menos jóvenes recién incorporadas a la empresa, que antes de cumplir un año en el puesto de trabajo ya se liberan y acceden a la cúpula del SFF, siempre tuteladas por los liberados con más experiencia. Son personas que han trabajado un año en la empresa y ya llevan 7 y 8 años liberadas. Y al igual que hicieron sus mayores, empiezan a ascender dentro de la empresa sin pisar el puesto de trabajo. 

 3.     Liberaciones y chanchullos

Los comportamientos y la forma de vida de la cúpula liberada son muy diferentes a los de las delegadas y afiliadas de CGT que en sus centros de trabajo luchan día a día por los derechos laborales y sufren las represalias de las empresas. Los comportamientos poco éticos de los liberados se degradan cada vez más.

En 2022, uno de los fundadores del SFF se vio obligado a dejar una liberación que se había prolongado durante 25 años debido a la presión interna de parte de la afiliación. Sin embargo, la dirección de ADIF acudió a su rescate y le mantuvo liberado hasta su jubilación, al margen de los liberados reconocidos en el convenio ¿Como es posible que una empresa regale una liberación a un miembro del SFF? ¿A cambio de qué? 

Recientemente se ha dado el caso de un miembro del SFF en ADIF en Madrid que se ha liberado para conseguir un traslado de puesto sin convocatoria pública. Una vez conseguido el traslado, la dirección de ADIF le sigue manteniendo como delegado del SFF en un comité de empresa al que ya no pertenece porque su nuevo puesto, al que ha accedido a dedo, pertenece a otro comité. Estos chanchullos hacen un daño enorme a la imagen de CGT entre las trabajadoras porque una de las banderas de la acción sindical de CGT en ADIF y RENFE ha sido siempre la denuncia de los chanchullos que hacen otras organizaciones. 

Tampoco es comprensible que la empresa mantenga liberaciones a personas ajenas a CGT por haber sido expulsadas o por pertenecer a un sindicato desfederado de la propia CGT. 

Mientras las delegadas sufren las presiones de la empresa, se mantienen los privilegios de la cúpula.

[Continuará…]